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domingo, 15 de abril de 2018

Las Lágrimas de Sasha - Capítulo Diez (Final)


Domingo.
Sasha se levantó temprano para fabricar el explosivo casero, gracias a las botellas de alcohol y los productos de limpieza del almacén, algunas cosas que consiguió en la cocina del burdel y su despertador consiguió, siguiendo las instrucciones, construir aquella bomba casera en tan solo un par de horas.
Todo estaba listo para llevar a cabo el plan.
Esmeralda estaba en el baño de abajo, llenándolo todo de alcohol usando la ropa de Sasha para avivar el fuego, se encontraba arrancando las puertas de los urinarios aun cuando se dio cuenta de que le quedaban dos minutos para iniciar el fuego.
Sasha se encontraba en el pasillo, oculta tras una columna, esperando el cambio de turno.
Llevaba consigo una mochila con el explosivo y una cuerda.
David se encontraba en un coche alquilado, junto al local, debajo de la ventana por la que debía escaparse Sasha, con el motor en marcha preparado para huir a toda velocidad en cuanto Sasha se montase.
La única ropa que había conseguido para Sasha con las prisas era una vieja gabardina suya de color gris, algo raída y estropeada.
La operación dio comienzo.
Sasha esperaba la señal mientras Esmeralda inició el incendio, usando todo el papel del baño y las botellas de alcohol que tenía. Todo el baño comenzó a arder rápidamente.
Se giró hacia la puerta para salir, al intentar abrirla un sudor frío le recorrió la espalda, la puerta estaba atascada. El humo empezó a extenderse y Esmeralda comenzó a toser, le entró un ataque de histeria, pero justo antes de gritar se paró a pensar en todo. ¿Qué iba a hacer cuando saliese de aquel baño? Probablemente averiguarían que fue ella quien provoco el incendio y la matarían o algo peor, y era lo peor y no al muerte lo que más temía. Su hermana estaba muerta y en el fondo se culpaba a si mismo de lo que ocurrió, Sasha se iba a escapar y disfrutaría de una buena vida, Sasha se lo merecía.
Sin embargo no pudo evitar pensar que merecía la pena seguir viviendo ya que lo había perdido todo, atrancó la puerta con lo que encontró más a mano, las puertas de las tazas de los bateres, se apoyó contra la pared y cogió una de las botellas de absenta que quedaban sin abrir.
Bebió observando como el fuego crecía y crecía ante sus ojos, notaba el calor sofocante de las llamaradas y el olor a humo en el ambiente. Mientras bebía miró al techo, con una sonrisa decorando su cara y un último pensamiento a su mejor amiga.

—Buena suerte… Sasha dijo mirando al techo que comenzaba a ver borroso.

La alarma de incendios sonó, justo en el momento del cambio de turno. Era la oportunidad de Sasha, corrió todo lo que pudo y abrió la puerta del despacho cargando contra ella.
Ella no sabía que Esmeralda ahora mismo se encontraba rodeada de llamas, no sabía que no la volvería a ver y pensaba que ya se habría puesto a salvo con los demás.
Una vez en el despacho cerró las puertas y las atrancó con unas sillas.
Ató la improvisada cuerda a un soporte de la pared y abrió la ventana, lanzo la cuerda por la misma, preparando su vía de escape.
David, sentado en el coche, estaba atemorizado mientras un sudor frío le recorría la espalda. El miedo le apretaba el corazón, estaba preocupado y el humo comenzaba a salir de la planta baja del edificio. Los bomberos y las autoridades no tardarían mucho en llegar y eso podría poner en peligro todo el plan
Sasha tenía que salir de allí lo más pronto posible. Se dirigió al escritorio, rebuscando entre los cajones pero estaban vacíos todos. Entonces recordó que Giovanni guardo aquellos papeles en el cajón con cerradura.
Busco por la habitación algo que le sirviese de palanca, finalmente uso una vara de acero que estaba junto a la chimenea.
Forzó el cajón y cuando lo consiguió abrir solo pudo maldecir por lo bajo.
Los papeles no estaban.
Sasha continuó con la segunda parte del plan, colocó tras el escritorio la bomba casera que había construido siguiendo las indicaciones que había escrito la hermana de Esmeralda, activando la alarma del despertador para que explotase en un minuto.
Las puertas se abrieron de par en par con un sonoro estruendo, dos de los hombres de Giovanni habían cargado contra las puertas con todas sus fuerzas y las sillas usadas para atrancar las puertas salieron despedidas.
Giovanni pasó entre ambos hombres, miró a Sasha detenidamente mientras la apuntaba con una pistola.
─¿Qué demonios haces aquí, niña? ¿Qué estás buscando en mi escritorio?
Los papeles que te meterán en cárcel, imbécil. le espetó ella
─¿Papeles? preguntó Giovanni confuso Ah… Entiendo. Creías que yo, el jefe de todo este puto burdel tenía unos papeles… una especie de informe que me culpabilizaba de toda la trata de blancas y la prostitución de este lugar. Solo eran facturas de la luz, estúpida, esos si que son unos putos mafiosos. ¿Qué crees que vas a conseguir con todo esto? ¿Ir a la policía y contarles todo lo que pasa aquí? ¿Crees de verdad que no lo saben, estúpida puta? Tengo a la policía comprada, todo lo que ocurre aquí y en esta ciudad esta bajo mi control. No tienes escapatoria, perra.
—Maldito… —masculló Sasha
—Sabes lo que va a ocurrir ahora, ¿no? ¿O es necesario que te lo explique? Estúpida puta… –se mofaba  Giovanni
—Desgraciado…
—Me siento realmente decepcionado Sasha… Siempre has sido muy obediente, nunca hacías nada que me contrariase… ¿Qué ha pasado Sasha?
—Que he despertado, hijo de puta.
—Sabes… no fue buena idea dejar aquel cuaderno en tu habitación a la vista de cualquiera… Menos mal que la otra puta novata ya está muerta, era más lista de lo que parecía la muy…
—No te atrevas a nombrarla si quiera…
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacerme Sasha? Estas rodeada. Has perdido, asúmelo. –la realidad de sus palabras golpearon a Sasha.
Sasha había perdido. No había escapatoria. Su muerte era inminente.
Varios pensamientos vinieron a la mente a Sasha, se dio cuenta de que ella nunca había saboreado la libertad y de cuanto la ansiaba.
Siempre había sido esclava de sus miedos, de la sociedad, de su padre, de Giovanni, del sexo… Sasha había sido esclava de su propia mente durante toda su vida.
Se acercó a la ventana lentamente.
Nunca he decidido nada sobre mi vida, siempre he sido controlada… pensó Sasha Pero esta vez no, esta vez decidiré al menos una cosa: cuando morir.
Esos iban a ser los últimos pensamientos de Sasha cuando Jack apareció por detrás de los sicarios de Giovanni, disparo a uno en la pierna y forcejeo con el otro.
Giovanni se giró rápidamente para ver que estaba ocurriendo.
—¿Pero qué haces desgraciado? –gritó Giovanni sorprendido
—¡Escapa Sasha! –gritó Jack— Esme me lo contó todo. ¡HUYE!
Giovanni disparó a Jack en el pecho.
Sasha se sintió congelada por unos segundos, pero reaccionó a tiempo. No podía perder aquella oportunidad, lo más probable es que si Jack no estaba muerto, lo matasen dentro de muy poco. No iba a desperdiciar la oportunidad que le había brindado su amigo sacrificándose por ella.
Debía hacer algo y debía hacerlo ya.
Debía huir.
Debía ser libre.
Sasha agarró la cuerda y se descolgó por la ventana.
—Sonríe cerdo, será lo último que hagas.
dijo Sasha mientras se descolgaba de la cuerda por la ventana
Giovanni corrió hacia la ventana, sacó una navaja de su bolsillo y comenzó a cortar la cuerda, sin percatarse del explosivo casero a punto de estallar bajo su escritorio. Cuando consiguió cortar la cuerda Sasha cayó desde la altura del primer piso, sin hacerse mucho daño, dándose de bruces contra el frío asfalto de la carretera. Se levantó buscando con la mirada a David y cuando lo encontró salió corriendo hacia el coche donde estaba, mientras un hilo de sangre le corría desde la comisura de los labios hasta la barbilla, goteando.
—¡ATRAPADLA! –gritaba Giovanni a sus hombres— ¡TRAEDMELA VIVA! La quiero matar yo con mis propias manos a esa jodida puta… ¡ESTAS MUERTA SASHA! ¿ME OYES? ¡MU—ER—TA!



Sasha entró en el coche que alquiló David, cerrando la puerta de un portazo
—¡Corre, vámonos! –le apremio Sasha a David
—¿Qué ha pasado?
—Se ha descontrolado un poco la cosa…
—¿Y los papeles? Toma la gabardina –David aceleró
—No he podido cogerlos… Pero no pasa nada, huyamos. Me iré de la ciudad o algo así... –Sasha estaba hiperventilando, el miedo le recorría cada centímetro de su cuerpo. Se puso la gabardina.
Tras ellos se escuchó una enorme explosión. El explosivo estalló, volando por los aires el despacho y a Giovanni con él.
Mientras conducían a toda velocidad, Sasha no podía evitar mirar pasmada todo lo que la rodeaba. Esta maravillada de aquella ciudad bañada sutilmente por las luces del sol que comenzaba a despertar, todos esos edificios brillantes que solo podía ver desde la ventana de su habitación ahora le parecían mucho más grandes, enormes, como titanes de acero y cristal.
Jamás pensó que podría estar tan cerca de la libertad como en aquel momento.
Bajó el cristal del coche y sacó el brazo, sintiendo el frío viento acariciando su piel. Escuchó un disparo e instintivamente se agachó. Al incorporarse para ver que estaba ocurriendo vio la cara de preocupación que tenía David. Se giró mirando por la ventana trasera y vio cinco coches negros persiguiéndolos.
Eran los hombres de Giovanni.
Les estaban disparando, una bala impactó contra el espejo izquierdo del coche haciéndolo saltar en pedazos.
Sasha chilló de puro terror, nunca había sentido su vida peligrar tanto como en aquel momento.
David aceleró y comenzó a zigzaguear entre las calles hasta que pareció que los habían despistado.
—Relájate… Parece que los hemos perdido.
—Encontraron el cuaderno… Ya sabían lo que iba a hacer y me estaban esperando.
—Putos mafiosos… ¿Y qué pasa con tu amiga? La hermana de la que escribió ese cuaderno…
—En realidad Esmeralda es un hombre… A ver, es travesti… Es un poco... raro
—Entonces… ¿estará bien tu amiga?
—No te preocupes por ella… por él. Se las arreglará para salir ilesa, siempre lo hace.
Sasha no pudo evitar sonreír al hablar de su amiga, la mejor persona que jamás había conocido.
—Espera, espera. ¿Esmeralda es un travesti? —preguntó David alarmado al darse cuenta de lo que acababa de oír.
—Si… —dijo Sasha extrañada
—Que hijos de puta…
—¿Quiénes? ¿De qué hablas?
—Cuando mis compañeros de trabajo me dijeron de ir a este puticlub me dijeron que buscase a una tal Esmeralda… Pero al final en el último momento, no logré recordar que nombre me dijeron y ocurrió lo que debía ocurrir…
—¿Y qué ocurrió?
—Que te vi…
—Idiota… —masculló Sasha sonrojada mientras el corazón se le aceleraba.
—Entonces… ¿Esmeralda se encontrará bien, no?
—Sí, seguro… —en realidad Sasha estaba algo preocupada. Lo que no sabía era que Esmeralda ya estaba muerta mientras ellos hablaban de ella como si mañana fueran a volver a verla pero eso nunca ocurrirá.
—Bueno… si tú lo dices… concentrémonos en huir. –dijo David mientras aumentaba la velocidad
—David…
—¿Si?
—Tengo miedo…
—No temas… —los cinco coches de los sicarios de Giovanni aparecieron por una esquina pisándoles los talones mientras les disparaban, a David le cambó al cara totalmente— Vale, olvídate de lo que he dicho. ¡Es momento de tener miedo!
—¿Qué hacemos David?— chillaba Sasha
—No lo sé…
—¡David no ayudas!
—¡Lo siento joder! ¡No me concentro cuando un puñado coches llenos de mafiosos me están disparando mientras conduzco!
—¡Trata de despistarlos o algo!
—Probemos suerte con el puente, quizás allí les podamos dar esquinazo esta vez.

Las balas seguían rozándoles e impactando en el coche. El cristal de atrás se hizo añicos al igual que la luna delantera.
Mientras cruzaban el puente a toda velocidad una bala impacto con una de las ruedas, haciendo que el coche derrapase. David no lo controló y el coche se estampo contra la barandilla del puente, dejando parte del coche fuera de la carretera, oscilando en el vacío. Sasha y David bajaron del coche justo a tiempo, ya que el propio peso de motor hizo que, tras balancearse brevemente, cayese al río. Ambos jóvenes trataron de correr para huir pero cuando quisieron darse cuenta los mafiosos los tenían acorralados contra la barandilla rota del puente.
Delante de ellos estaban los matones de Giovanni apuntándoles.
Detrás de ellos el río, una leve oportunidad de escapar… si no les disparaban antes o sufrían una hipotermia por culpa del frío.
Estaban rodeados y sin saber qué hacer.
—David, esto es el final…
—No Sasha… Este no es el final. No para ti
David se interpuso entre todos aquellos hombres armados y Sasha.
─¡Eh, imbécil! ¡Entrega a la chica! gritó uno de los mafiosos.
─¡Pero si Giovanni a muerte, joder! ¿Por qué seguís sus órdenes? contestó David, también gritando.
Los mafiosos se rieron de ellos exagerando las carcajadas.
─¿De verdad creéis que Giovanni es el cerebro de toda la organización? Esto va mucho más allá, idiotas.
David les miró desafiantes, extendiendo sus brazos para ocultar a Sasha todo lo posible con su cuerpo.
—Entrega a la chica. ¡No pienso repetirlo! –gritó el hombre más corpulento de todos.
—¡Por encima de mi cadáver! –gritó David.
Se giró hacia Sasha y la agarró con fuerza. Aquel instante debería haber sido eterno, debería haberse congelado el tiempo. En una fracción de segundo Sasha imaginó toda una vida junto a David.
“Nunca te enamores Sasha” le decía Jack siempre.
Pero, ¿de verdad era tan malo que se enamorara?
¿Cómo podía estar mal enamorarse de David, si cuando ella le tocaba no necesitaba lavarse las manos, si sus labios no le repugnaban al besarlos?
David no era un chico agraciado, pero ¿y qué?
¿Realmente eso importaba? ¿Acaso el amor, un sentimiento más antiguo que la sociedad, debía regirse por los cánones de belleza impuestos por personas vacías?
A Sasha lo único que le importaba era que aquel hombre le daba sentido a los latidos de su corazón. Podrían haber sido felices. Vivir juntos. Tener hijos, una familia. Tener una vida.
Porque lo que Sasha había conocido desde que falleció su madre no era vida, eso no podía serlo, Sasha se negaba a creerlo.
La vida no podía ser solo un camino empedrado de miseria, dolor y miedo.
La vida debía ser una collage de sonrisas y momentos felices.
Y ella había conocido la sonrisa que provoca un corazón contento gracias a David.
Por su parte David solo podía pensar que Sasha era preciosa, una belleza de valor incalculable. Iba a morir por ella pero no le importaba, sentía que era lo correcto, que debía hacerlo.
Pensó en Sasha.
“ Al menos no me voy de este mundo sin haber conocido a un ángel...”
—Vive – fue lo único que dijo David mientras la besaba con ternura en los labios, un beso breve pero tan intenso como sincero, y la empujó hacia el borde del puente, cayendo hacia las heladas aguas del río.
Pero no era todo lo que quería decirle. Él quería decirle más. Mucho más.
Una lluvia de balas atravesaron el cuerpo de David, pero él sonreía, había salvado a la chica que amaba con todo su corazón.
Mientras Sasha se precipitaba hacia el agua helada las lágrimas brotaron de sus ojos por primera vez en muchos años. Aquellas eran lágrimas de dolor, de miedo, de libertad, de amor, de llanto y de sentimientos que jamás podrán ser descritos con palabras.
Aquellas eran las lágrimas de Sasha.

domingo, 8 de abril de 2018

Las Lágrimas de Sasha - Capítulo Nueve

Cuando Sasha llegó a la habitación se encontró allí a Esmeralda, sentada al borde de la cama, leyendo el cuaderno de Christina.
Levanto la mirada y observó a Sasha, luego volvió a bajar la vista otra vez al libro para finalmente mirar fijamente a Sasha.

—No, Sasha… Ni se te ocurra.
—Es nuestra oportunidad Esme…
—Es muy peligroso…
—Lo se… ¿Pero qué vamos a estar toda la vida encerradas aquí como animales? ¡Nos merecemos más!
—¡Si te escapas te mataran! Te mereces estar viva ¿no? Sea como sea, ¿o preferirías estar muerta?

Sasha guardo silencio y miró fijamente a su amigo, acercándose lentamente y arrebatándole el cuaderno bruscamente de las manos.

—Esme. Te lo voy a preguntar solo una vez… ¿Estás conmigo?
—No Sasha… esta vez no… No quiero que me maten, ni quiero que te maten a ti.
—Mejor morir libre que vivir enjaulada. Pero, no quiero irme sin ti Esme… Eres mi mejor amiga.
—Siempre has sido una chica miedosa Sasha… Desde que te conozco… —Esmeralda se levantó y la abrazó con ternura— Como has crecido… ¿Cuándo esta gatita asustada se transformó en toda una valiente leona?
—Entonces… vendrás conmigo, ¿verdad?
—No Sasha, no. No voy a ir contigo… Alguien tiene que quedarse aquí para cubrirte las espaldas…— dijo finalmente sonriendo.

Sasha lloro, abrazada a su amiga. Mitad hombre, mitad mujer. Pero con el corazón el doble de grande que cualquier otra persona. Sabía de sobra que no podía hacerle cambiar de opinión, pero una vez fuera hundiría a aquella mafia y salvaría a Esmeralda y a todas las chicas.
Puede que incluso le diera una oportunidad a David. La muerte de Christina no sería en vano, debía honrar su memoria llevando a cabo su plan.
Se dirigió a su cuarto dispuesta a estudiar cada palabra de aquel cuaderno, iba a escaparse de allí. Iba a ser.
“Lunes.
07:23 a.m.
Paso libre, cambio de turno. Giovanni se encuentra en el despacho.
Martes.
No hay paso libre.
Miércoles.
No hay paso libre.
Jueves.
06:52 a.m.
Paso libre, cambio de turno. Giovanni se encuentra en el despacho.
Viernes.
No hay paso libre
Sábado.
No hay paso libre.
Domingo.
06:58 a.m.
Acceso complicado, cambio de turno. Apenas treinta segundos, muchas veces coinciden las parejas de guardias en el cambio de turno y no hay acceso libre.
Giovanni nunca esta los domingos, una vez dentro acceso libre absoluto.
Plan A:
Lunes o jueves. Provocar un incendio de grandes dimensiones, en la parte baja del local justo a la hora del cambio de turno. Giovanni saldrá del despacho, paso libre para coger los papeles y escapar.
Inconveniente:
Necesito ayuda. Alguien que provoque el incendio y encienda la alarma de incendios a la hora acordada.

Plan B:
Domingo. Entrar si el cambio de turno lo permite, coger los papeles y escapar por la ventana.
Inconveniente:
Es poco probable que no coincidan los guardias en el cambio de turno, una vez entro el mínimo ruido llamaría su atención y entrarían.”
Al pie de la página donde estaba escrito todo eso estaba escrito el nombre de Sasha. Christina pensaba pedirle ayuda para escapar.
El resto de los apuntes del cuaderno eran horarios, probablemente de turnos, y mapas del local.
Y al final del cuaderno había dos páginas casi pegadas, las despegó y descubrió unos planos detallados de cómo hacer una bomba casera con productos de limpieza, una olla a presión, basura metálica y cristales a modo de metralla y un despertador como detonador. Sasha arrancó esta página y se la guardó en el sujetador.
Hacer la bomba casera sería complicado, pero los materiales no eran difíciles de conseguir. Debía asegurarse que nadie más veía esa página
Sasha se decidió por hacer una mezcla de los dos planes. Y tras coger los papeles volar por los aires el despacho de Giovanni. Los destrozos debían ser numerosos, causar conmoción y desorientar al personal.
Sabía que podía contar con Esmeralda y eso no le preocupaba. Pero, ¿cómo escapar del despacho una vez comenzase el incendio? ¿Podía saltar por la ventana? Eran tres plantas, se mataría o se rompería las piernas como mínimo. Podía usar una cuerda pero perdería un tiempo muy valioso que necesitaría luego para huir corriendo de aquel lugar.
Si tan solo pudiera confiar en alguien que la sacase de allí en algún vehículo…
Sasha pensó en David, pero dudaba que fuese capaz de hacer algo así. Él era un cobarde, como era ella antes de convertirse en una leona.
Miró la tarjeta que le dio David hace ya tiempo, pensó que podía al menos intentarlo y contarle el plan.
Bajo corriendo al bar, el único lugar de todo el local donde podía encontrar un teléfono. Llamó a David, no podía tardar mucho, si los gorilas de Giovanni se fijaban en ella le harían muchas preguntas.
El teléfono sonó varias veces antes de que alguien lo descolgase.
—¿Hola? ¿David?
—Si… ¿Sasha?
—Sí, sí. Necesito que vengas mañana, es muy urgente. Pide una hora conmigo. Mañana a las nueve. No me falles. –y colgó
Sasha estaba muy nerviosa, en cualquier momento podrían sospechar algo, estaba en tensión en todo momento.
Pensó en contárselo a Jack, para que le ayudase. Pero era mejor evitarle, él trabajaba para Giovanni, él era el enemigo.
Al día siguiente, David fue puntual. Y a las nueve estaban sentados en la cama de ella.
Sasha le explicó todo el plan para escaparse a David.

—…y por eso necesito que me ayudes.
—Pero yo no tengo coche, ni moto ni nada parecido…
—¿Pero sabes conducir verdad?
—Si…
—Alquila un coche, te prometo que te compensare con creces si me ayudas. Si me escapo de aquí yo…
—Vale Sasha… Lo hare por ti.
—Muchas gracias… ¿Y podrías traerme algo de ropa decente? Solo tengo modelitos y así no puedo pasar desapercibida…
—Si claro, buscaré algo.
dijo sonriéndole
—Muchas gracias de verdad… —a Sasha aquella sonrisa le dio un vuelco al corazón, y sintió algo que jamás había sentido, ruborizándose.

El resto de la hora Sasha le contó todas las cosas que le gustaría hacer lejos de allí, tratando de no pensar en lo que había sentido hace un momento.
A él le apetecía algo más que hablar, y Sasha lo notaba.
Podría haberlo hecho, podría haber hecho lo que siempre hace.
Pero luego tendría que limpiarse compulsivamente por sentirse sucia.
Se sentía algo culpable, notaba que David sentía algo intenso por ella. Y ella empezaba a sentir algo intenso también por él, algo más que amistad.
Se estaba empezando a forjar el amor entre ellos dos sin que ninguno se diese cuenta, quizás un invisible hilo rojo les unía atado a sus meñiques, pero ellos no lo veían.
De haberse conocido en otras circunstancias quizás el físico de David no le hubiera importado a Sasha, quizás hubieran podido ser felices como una pareja más.
Caminar agarrados de la mano mirando puestos en el paseo marítimo bajo las estrellas.
Bañándose juntos en las frías aguas de la playa de aquella ciudad.
Siendo simplemente felices.

—Sabes David… creo…
—¿Qué crees?
—No nada, no es nada… —Sasha se ruborizó pero David no alcanzaba a comprender la situación.
—Sasha, eres la persona más enigmática y extraña que jamás he conocido…
—¿Eso es un cumplido?
—Si… puede ser –dijo David sonriéndole
—Pues tú eres el hombre más inocente que nunca he conocido… Y también eres raro…

Ambos rieron, disfrutando de aquel momento único que, de salir mal la huida de Sasha, no se volvería a repetir.
Pero ellos no pensaban en eso, ellos simplemente disfrutaban del momento.
Ellos eran felices.

domingo, 1 de abril de 2018

Las Lágrimas de Sasha - Capítulo Ocho

Christina seguía planeando como escapar de aquel lugar, esta vez no lo tendría tan fácil. Había más seguridad, el dinero lo movía constantemente a otro lugar, con mayor seguridad probablemente.
Pero si Sasha tenía razón y guardaba algo que le llegase a incriminar en el despacho, Christina lo entregaría a la policía, con suerte la policía decidiría acabar con aquella mafia… si esta no lo tuvieran comprados.
Llamaron a su puerta, Christina dio permiso para que entrara y como supuso se trataba de Sasha, seguramente querría volver a hablar de su hermano.

—Hola, Christina… Venía a hablarte de…
—De mi hermano, ¿no? –interrumpió Christina.
—Si…
—Ya te expliqué que no quiero saber nada de él, ojala se muriera…
—No digas eso, Christina. Veras tu hermano es una buena persona, puede que os traicionara, puede que lo hiciera mal… Pero todos nos merecemos una segunda oportunidad, ¿no crees?
—¿Una segunda oportunidad para qué? ¿Para qué me vuelva a pegar una puñalada por la espalda?
—Escúchame Christina. Creo sinceramente que tu hermano se merece que le vuelvas a hablar, que le perdones. Es más, creo que si me dejaras contarte todas las veces que me ha ayudado, todas las veces que me ha salvado el pellejo… Creo que si le dejaras disculparse, podríais empezar de nuevo…
—Vale, yo escuchare tus batallitas con mi hermano. Pero a cambio me tienes que hacer un favor.
—¡Por supuesto!
—Tienes que averiguar si el jefe de este sitio sale alguna vez de su despacho.
—¿Para qué quieres saber eso…?
—Para poder entrar, robar esos papeles que me comentaste e intentar hundir este jodido infierno.
—…Esta bien, lo hare.
—Genial… Soy todo oídos, cuéntame lo que quieras.

Sasha se sentó junto a ella en la cama, comenzó a relatarle como llegó a aquel sitio por primera vez y como su hermano la defendió desde el primer momento. De todos los momentos divertidos que había pasado con él, de las veces que hablaban de lo que harían si pudieran salir de allí, de viajar lejos.
Le contó todas esas noches de champagne, risas, cotilleos, anécdotas y confesiones.
Como aquella vez que un cliente comenzó a golpearla por no dejarse sodomizar y Esmeralda entró al tropel en la habitación y sacó a aquel viejo verde a empujones, arañazos, patadas y mordiscos de allí. Le contó todos los momentos buenos y los malos.
Christina estaba emocionada con todo lo que le había contado, el hermano que ella había conocido era una persona egoísta que jamás ayudaría a nadie. Pero ella no era la única que había sufrido, se veía que su hermano también lo había pasado mal y que había cambiado, para bien.
—Vaya, mi hermano no es… como lo recordaba…
—Ya te lo dije, es una gran persona.
—Bueno, pero aún me tiene que demostrar que no es un cobarde. Si tiene lo que hay que tener, vendrá después del siguiente turno a disculparse.
—¡Iré ahora mismo a decírselo! –dijo alegremente Sasha
Se despidieron con una sonrisa y Christina se preparó para el siguiente cliente.
Sasha fue corriendo a buscar a Esmeralda, pero llegó demasiado tarde, justo estaba entrando en su habitación con un cliente.
—¡Mierda! –masculló Sasha.
Esperó en la puerta de la habitación de Esmeralda por más de una hora, una hora que se le hizo eterna, ansiosa por contarle que Christina estaba dispuesta a perdonarle.
Podría irrumpir en la habitación de Esmeralda para decírselo, pero no le apetecía repetir aquella experiencia que aun persistía en sus recuerdos con insistencia.
Sasha no recordaba la última vez que había estado tan contenta, desde luego su vocación era ayudar a los demás, sentía una sensación muy agradable y cálida en su interior, se sentía bien.
Cuando finalmente el cliente salió de la habitación y tras él Esmeralda, Sasha la abordó rápidamente con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Esme!
—¿Qué te ocurre amor? Se te ve muy acelerada
—Christina ha decidido perdonarte si vas a verla y le pides perdón
—Pero eso es… —los ojos de Esmeralda se iluminaron de felicidad— ¡Eso es genial! ¡Vayamos ahora mismo!
De camino a la habitación se cruzaron con otras dos chicas que cuchicheaban con cara de preocupación, Esmeralda iba a ignorarlas pero escucho que nombraban a su hermana. Se giró rápidamente y llamó a las chicas.

—¡Eh! ¡Vosotras dos! ¿Qué decíais de mi hermana?
—¿La nueva es tu hermana? —dijo una de ellas
—Si, ¿Qué pasa?
—No te va a gustar oír esto pero… esta con aquel viejo verde… ¿Cómo se llamaba? El que le gusta tanto dar por el culo…
—¿Don Javier? –interrumpió Sasha con una cara mezcla de preocupación y rabia
—¡Ese, ese! El mismo que te pegó hace ya tiempo Sasha…

La cara de preocupación de Sasha y Esmeralda fue creciendo conforme se acercaban a la habitación de Christina. Al abrir la puerta de la habitación, la escena que vieron causó que Esmeralda cayese de rodillas con un amargo gesto, como una mueca a punto de romper a llorar, dibujado en su rostro.
Pero no lloró.
Solo se quedó mirando a aquel hombre, desnudo, de pie junto al cuerpo inerte de su hermana en una postura grotesca, mirando a la puerta con sus ojos vacíos y un hilo de sangre recorriendo su rostro desde el oído.

—No… ¡no es lo que parece! se excusaba aquel viejo claramente borracho— Yo no quería… Ella no se dejaba dar por atrás… la empujé, todo pasó muy rápido… ¡FUE CULPA SUYA!
—Hijo…de…puta… —fue lo único que alcanzo a articular Esmeralda antes de levantarse y echarse al cuello de aquel tipo sin parar de gritar, golpear y embestir su cara contra el suelo. Casi deja inconsciente a aquel hombre de no ser porque los hombres de Giovanni la apartaron y se llevaron a aquel tipo de allí a rastras.
Minutos antes de que Sasha y Esmeralda encontraran el cuerpo inerte de Christina, ella se encontraba con aquel cliente, Javier, ambos estaban terminando los preliminares cuando aquel viejo verde comenzó a insistirle para practicar la sodomía.

—Lo siento caballero, usted ha pagado el servicio mínimo –se defendía Christina mientras se acercaba a la puerta disimuladamente
—Venga, niña, no me hagas perder el tiempo. Si yo te pido algo, lo haces, y punto –aquel hombre apestaba a alcohol.
—No puede ser señor, hay unas normas que deben cumplirse y…
—Y te callas, ahora mismo te pones en la cama y me dejas darte por el cu…
—¡Que no joder! –explotó finalmente Christina abofeteando la cara del cliente
—No sabes lo que acabas de hacer, puta… —Javier se acariciaba el rostro golpeado

Se le echó encima pero Christina consiguió esquivarlo la primera vez, a la segunda vez consiguió agarrarla.
Forcejearon durante un largo rato, Christina le arañó, le mordió e intentó todo lo que se le ocurría.
Él la empujo y ella cayó golpeándose en la nuca contra la mesita de noche.
Christina algo aturdida trató de incorporarse, pero aquel hombre borracho en una explosión de rabia pateó la cabeza de Christina.
Para Christina todo se apagó, no volvió a moverse, y con los ojos aun abierto se quedó en aquella posición para que poco tiempo después su hermano, Esmeralda, abriese la puerta.
Javier se encontraba en estado de shock, no sabía qué hacer ni dónde meterse, había matado a una de las putas de Giovanni… ese era su fin.
Cuando los hombres trajeados se llevaron a rastras a Javier, después de haber sido golpeado por Esmeralda, lo metieron en una habitación en el sótano, aun desnudo.
Paso un tiempo a oscuras, atado a una silla. Hasta que alguien apareció.
Se encendieron las luces.
Era Giovanni.

—Oh dios… Es usted Don Giovanni… le juro que lo siento mucho, de verdad, no era mi intención, yo…
─¿Sabes cuánto me cuesta a mi, cada mes, conseguir y mantener a estas chicas? ¿Lo sabes?
No, yo… señor…
Claro que no lo sabes, no tienes ni puta idea, porque eres un jodido tirado. Has dañado mi propiedad, ¿lo entiendes? ¿Voy yo a tu casa y le pateo el cráneo a tu perro? Giovanni estaba comenzando a alterarse, y las venas del cuello y la sien palpitaban de tal manera que se podían ver a simple vista.
Yo, señor, yo… hare lo que sea de verdad, hare lo que sea para compensarle…
A Giovanni no le apetecía escuchar la retahíla de excusas que iba a soltar aquel hombre así que hizo un rápido gesto con la mano y uno de sus sicarios saco una pistola, se la puso en la boca al viejo verde y apretó el gatillo.
La pared se manchó de sangre y sesos humanos.

—Que alguien limpie este estropicio… Este hijo de la gran puta me ha costado mucho dinero… —Giovanni se retiró.

Esmeralda no salió de su habitación en los siguientes días, no dejaba que nadie entrase, y Sasha estaba terriblemente preocupada. Casi pudo escuchar como el corazón de Esmeralda se hacía añicos al ver el cadáver de su hermana.
Sasha tampoco se comportaba como de costumbre, la perdida de Christina le afectó. Los siguientes días se sintió apagada, como fuera de este mundo.
Desconectada.
Y eso lo noto David, que desde aquella vez que le dio la tarjeta iba a tomarse algo a aquel local solo para poder ver a Sasha y a veces, con suerte poder hablar con ella.
Una de aquellas noches en las que David estaba sentado en la barra tomándose una jarra de cerveza, pensando en que hacer para que Sasha se fijase en él. Si solo pudiera sacarla de allí…
Sasha se sentó junto a él, al igual que el en los días anteriores estaba taciturna, lúgubre, cuando trataba de sonreír solo se acercaba a una mueca hueca.
Finalmente David respiró hondo y le preguntó qué le ocurría.

—Una chica ha muerto.
—Joder… Lo siento…
—Era la hermana de mi mejor amiga… Y ella ahora esta… destrozada. Un cliente la mató… Ya nada puede hacerse… Y aquel hombre seguramente este en su casa ahora mismo, con su mujer y sus hijos sin sentir el más mínimo remordimiento. A ella la enterraron a la orilla del río…
—Vaya… No sé qué decirte… ¿Puedo hacer algo para… reconfortarte?

Sasha le abrazó con fuerza, un gesto que a David le cogió por sorpresa y durante unos instantes no supo cómo reaccionar hasta que finalmente él también la abrazó, notaba su calidez. Notaba su cuerpo contra el suyo, y solo les separaban unas telas que con gusto arrancaría.
Sasha se apartó bruscamente algo sonrojada.

—Perdón… —dijo él
—No es nada… —dijo ella— ¿Sabes que es lo más triste?
—No…
—Que Christina, la chica que ha muerto. Iba a escaparse… Quería escaparse. Tenía el coraje para hacerlo, si ella se hubiera escapado… Quizás ahora todas estaríamos todas a salvo. Lo tenia todo calculado, planeado en su… cuaderno. ¡El cuaderno! ¡Eso es!
—¿Qué? —David no entendía nada
—Christina tenía un plan, y ya se había escapado antes de otro sitio como este. Había estado días observando la seguridad del despacho del jefe. Y lo apuntaba todo en su cuaderno que está debajo del colchón
—Vaya eso está… bien, ¿no?
—¡Eso es perfecto! David… Me voy, es hora de que sea valiente de una puta vez.
—A—adiós… —se despidió David sin comprender del todo lo que ocurría. Parecía que Sasha se iba a escapar de allí. Pero, ¿qué tenía que ver eso con el despacho del jefe de aquel antro?

Sasha se marchó a toda prisa a la habitación de la fallecida Christina.
No había tiempo que perder.