Bienvenidos a Codex Atramentum

domingo, 18 de marzo de 2018

Las Lágrimas de Sasha - Capítulo Seis


Las chicas nuevas habían llegado al burdel, Sasha debía encargarse de ellas. Esmeralda había estado deprimida desde que se enteró que su hermana había sido secuestrada y la iban a traer a aquel prostíbulo.
Llamaron a la puerta de la habitación de Sasha. Era uno de los hombres de Giovanni, acompañado de dos chicas.
Una era rubia, de ojos verdes, algo rellenita y apenas tenía doce años.
La otra era más alta, morena, pelo rizado, delgada y de unos diecisiete que debía ser la hermana de Esmeralda.
Ambas tenían los ojos enrojecidos de haber llorado y estaban temblando del miedo. La chica rubia tenía el labio hinchado de haber recibido varios golpes. Y probablemente debajo de sus camisones blancos ambas tendrían todo un concierto de cardenales y heridas.
A Sasha se le encogió el corazón al verlas. Le recordaban a ella cuando llegó, asustada, sin conocer a nadie, temerosa de que la fueran a golpear hasta matarla.

—Estas son las chicas nuevas, Sasha —dijo el hombre—. La rubia creo que es ucraniana o algo así, no sé qué idioma habla. Y la morena si habla nuestro idioma.
—Está bien. Ya me encargo yo a partir de aquí. Gracias… tú.
Aquel tipo le dirigió una mirada desafiante, pero finalmente empujó a ambas chicas dentro de la habitación y cerró la puerta tras de sí.
Sasha observó a las chicas.
Primero se dirigió a la chica rubia.
—Hola amiga, ¿Cómo te llamas?–Sasha le hablaba con una sonrisa, pero la chica no parecía entenderla.
—Nie rozumiem… —es lo único que alcanzaba a decir con lágrimas en los ojos.
—Habla polaco —interrumpió la que debía ser la hermana de Esmeralda.
—¿Tu cómo te llamas? ¿Sabes hablar polaco? –preguntó Sasha
—Christina. Y no, no se hablar polaco… Pero escuche a otro hombre decir que eso era lo que hablaba… nos tenían encerradas a nosotras dos y a cuatro chicas más en una especie de zulo.
—Tu eres la hermana de Esme entonces…
—Yo no tengo hermanos… —musitó Christina mirando hacia otro lado.
Sasha se pudo imaginar ya lo que pasaba, y no le gustaba mucho la situación. Le ofreció la mano a la chica polaca y la llevo con una de las chicas extranjeras, con suerte hablarían el mismo idioma. Una vez que la dejó en la habitación y volvió a la suya se centró en Christina.
Estaba claro que tener un hermano mayor transexual que trabajaba en un puticlub no era una idea que le entusiasmase a aquella chiquilla.
Debía intentar solucionar el problema de Esme, debían hablar.
—Bueno Christina… ¿Puedes quitarte el camisón?
—¿Para qué?
—Mi trabajo durante esta semana va a ser examinarte y enseñarte cual será tu trabajo a partir de ahora…
—Está bien…—dijo mientras se desvestía
Su cuerpo moreno estaba lleno de cardenales, varias cicatrices y estaba extremadamente delgada. Las costillas se le marcaban, los huesos de la cadera también y casi no tenía pechos.
—Sí que te han tratado mal…
—Tu nombre es Sasha ¿verdad?
—Si
—Mira… No hace falta que me enseñes a como trabajar… no es la primera vez que estoy en un puticlub.
confesó aquella chiquilla para sorpresa y espanto de Sasha—. Ya antes había estado en uno, con once años… Conseguí escaparme hará dos años, pero esa mafia me volvió a atrapar y me han traído a otro jodido puticlub en una ciudad que ni siquiera conozco.
—Veo que has tenido una vida dura…
—Es la que me ha tocado vivir.
—En cuanto a lo de tu hermano…
—Ya te he dicho que no tengo hermanos. Ya no. –sentenció Christina.
—Bueno… ¿Y piensas escaparte de aquí también?
—Tengo que pensar la manera… Pero si, me voy a escapar. Aunque claro… necesitaría ayuda. Y no conozco a nadie aquí aun. Excepto a ti, Sasha. ¿Te escaparías conmigo? ¿Me ayudarías?
—No quiero que me maten… Es mejor que te vayas a tu habitación, estoy cansada… —Sasha se puso muy nerviosa ante la idea de escaparse de allí, no sabía que decirle ni cómo reaccionar.
—Pero ni siquiera sé cuál es mi habitación… —musitó Christina algo decepcionada, sabía que sin ayuda jamás saldría de aquel lugar.
Sasha se tumbó en su cama agotada, todo le daba vueltas. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y la idea de escapar de allí era tan tentadora… Estaba ahí, rozando sus dedos, ya no era un sueño… Ahora esa idea podría hacerse realidad, Christina ya lo consiguió una vez. Si solo tuviera un poco más de coraje… Si solo fuese capaz de levantar la mirada por una vez y creer en sí misma, cambiaría su mundo entero.
Al día siguiente, después de ducharse y ponerse lencería seductora bajo sus ropas sencillas (nunca se sabía cuándo podía el jefe cambiar de opinión y mandarla a trabajar, sobre todo cuando se enterase que su “pupila” ya sabía de sobra lo que tenía que hacer) se dirigió a la habitación de Esmeralda y abrió la puerta. El travesti se encontraba en el baño, cuando Sasha entró, depilándose. Ella se sentó en la cama tras avisarle de que estaba ahí.
Esmeralda salió del baño vestido solo con un albornoz.

Tengo que contarte algo, Sasha…
—Es sobre tu hermana, ¿verdad?
—Si… ya lo habrás notado… Pero me odia. Para ella estoy muerto –a Sasha le sorprendió que Esme hablase de sí mismo en masculino ya que nunca lo hacía— Mi familia siempre ha sido… complicada. Cuando me cambie de sexo mi familia renegó de mí. Y encima después de perder todo mi dinero, una mafia me pego una paliza y me metieron en un puticlub antes de este.
Allí pasé varios años, y un día un conocido me vio allí… Toda mi familia se enteró que no solo me había cambiado de sexo además se enteraron por las malas que era una puta. Eso fue lo necesario para que me odiasen… Luego lo último que supe de ellos es que mi padre se había suicidado y que mi familia no tenía nada de dinero, y ahora veo hasta qué punto ha llegado que hasta mi hermana está aquí… secuestrada y vendida. Sasha… mi hermana me odia a muerte…
—No te preocupes Esme… encontraremos una solución... –intento animarla Sasha

Esmeralda se fue a su cuarto llorando y se encerró en él por varias horas.
Sasha preguntó si alguien sabía dónde estaba Christina, la nueva. Cuando encontró su habitación se quedó de pie, parada frente a la puerta, sin saber qué hacer, que decir, que pensar… Estaba paralizada.
Finalmente se armó de valor y golpeo la puerta con los nudillos. Escuchó como Christina decía que entrase y así lo hizo.

—Ah, eres tú. ¿Qué quieres?
—Hola Christina… Venia hablarte de tu hermano
—¿Otra vez con eso? Ya te he dicho que no tengo hermanos.
—Si lo tienes… Y no puedes odiarle por haber cambiado de sexo, él se siente así. Tienes que respetarlo.
—¿Eso te ha contado? ¿Sabes por qué no tengo hermano? ¿Sabes por qué realmente le odio? Ese imbécil se gastaba todo el dinero jugando, se lo gasto en la operación, cuando mi familia prácticamente no tenía para comer. Entre él y el borracho de mi padre acabamos en la ruina. Tuvimos que pedirle dinero a gente peligrosa, y al final acabé de puta por su culpa. Estoy aquí por su culpa. Yo no tengo hermano, para mí está muerto.
—Pero no puedes pensar así… Seguro que tu hermano no lo hizo con mala intención. Tu hermano te quiere, no podemos elegir a nuestra familia… Pero podemos elegir perdonar sus errores.
—¿Perdonar? Es un jodido cobarde y un inútil. Lo siento Sasha, pero tienes que marcharte. Ahora tengo que trabajar con un tipejo, y hasta que venga tengo que planear como escaparme.

Sasha se dirigió a la puerta, antes de llegar a abrirla se giró para decirle una vez más que perdonase a su hermano. Y vio como sacaba un cuaderno de debajo del colchón. Decidió dejar esa conversación para otro día, tenía que convencerla de que hicieran las paces.
Fue a buscar a Esmeralda, pero esta vez llamó a la puerta antes de entrar. No quería más sorpresas desagradables por hoy.
Le contó todo lo que le había dicho Christina. Y Esmeralda solo pudo agachar la mirada sin decir nada, su rostro reflejaba culpabilidad.

—Tiene razón… —logró decir Esmeralda al final— Soy una inútil… Vendí a mi familia. Es mi culpa que ella este aquí…
—No digas eso Esme… Estoy segura de que acabareis haciendo las paces. Y cuando llegue el momento le darás un beso en la frente y recordaras que yo te dije que lo lograrías.
—Muchas gracias Sasha… Eres una gran persona y mejor amiga… —Esmeralda se levantó de la cama y la abrazó con fuerza.
—No es nada, Esme… —Sasha le correspondió el abrazo.

A veces, todo lo que necesita una persona para levantarse es un abrazo. A veces no necesitamos grandes discursos para consolarnos, ni grandes gestos de afecto… A veces solo necesitamos eso, una acción simple, sencilla, concisa.
Un breve instante de paz.
A veces, eso es todo lo que necesitamos.
Durante los días siguientes Sasha pudo ver a aquel chico rarito, David. Rondando por el prostíbulo, no dejaban que se acercara a ella pero no dejaba de mirarla.
“Debería darle una oportunidad para disculparse” –pensaba Sasha
Un día decidió que se merecía una oportunidad de explicarse, lo vio sentado en la barra del local tomando una cerveza y se acercó a él.

—¿Puedo sentarme a tu lado? –le preguntó amablemente
—Eh… e—esto, no se… yo… —el chico solo tartamudeaba y se trababa
—No te preocupes… Respecto a lo del otro día, lo siento. No fue nada profesional…
—No… Yo tampoco me comporte como debía. Además… sé de sobra que estas aquí contra tu voluntad… —dijo casi susurrando, mirando alrededor con nerviosismo.
—Bueno… Eso es cierto, creo que todas aquí están contra su voluntad.
—¿Y por qué no os escapáis?
—No se… supongo que no tenemos valor suficiente… No es tan sencillo. Y si escapáramos nos cogerían y nos matarían… o algo peor.
—¿Algo peor?
—Bueno… si, es lo que siempre me está diciendo uno de los hombres del jefe. Me imagino que si nos escapamos nos torturaran para que no volvamos a intentarlo… Nos tratan como a animales. Es triste que estemos aquí en estas condiciones… y que nadie nos quiera ayudar. Pero claro… ¿Quién nos va a querer ayudar cuando no nos ayudamos ni nosotros mismas?
—Ojala pudiera hacer algo por vosotras…
—Ojala… —dijo Sasha pensativa
—Oye… Si quieres, podría pasarme por aquí de vez en cuando. Y sabes para charlar y tal. Mira… coge esto –dijo ofreciéndole una tarjeta— Cuando necesites hablar conmigo, llámame. Estoy disponible casi a diario.
—Vale…—dijo Sasha aceptando la tarjeta algo ruborizada— Por cierto, ¿a qué te dedicas?
—Soy contable en una empresa de mierda.
—Vaya… que mal…
—¿Por qué?
—No sé, pensé que si fueras abogado, o… no se algo importante quizás si pudieras ayudarnos…
—Gracias por recordarme que no soy nada importante… —bromeó David
—¡Ay! No quería decir eso… Lo siento.
—No pasa nada, tranquila.
—Es curioso…
—¿El qué?
—Ya no tartamudeas.
—Bueno… tarde o temprano el alcohol hace su efecto… —se levantó tambaleándose un poco y se dirigió a la puerta.
Sasha observó como aquel chico alejarse, y por un leve momento sintió una sacudida en el corazón que le hizo sentir extrañamente contenta. No comprendía muy bien que le acababa de ocurrir y se dirigió a su habitación.
Estaba tumbada en la cama, cuando alguien llamó a la puerta y entró, era Jack.
Hola, Jack, ¿Qué tal el día?
Pues muy estresante, la puerta del baño de la planta baja se atasca y no he sido capaz de arreglarlo aun. ¿Y a ti que tal?
Pues me ha pasado algo muy extraño antes… Estaba mirando a un chico y sentí una sensación muy extraña en el pecho por un momento
Sasha… Jack la miró muy serio Nunca te enamores.
─¿Qué? ¿Por qué dices eso?
Esta mal que tú te enamores… solo sufrirás y lo pasaras mal. Bueno, voy a seguir con la puerta del baño, buenas noches. Jack no dejó que Sasha le respondiese nada y se marchó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario