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domingo, 4 de marzo de 2018

Las Lágrimas de Sasha - Capítulo Cuatro


Sasha despertó de golpe, sudando e hiperventilando aterrada, todo había sido un sueño. Recordó que hoy tocaba volver al trabajo, se ducho rápidamente, depilo todo su cuerpo y se vistió con lencería de color celeste. Sus tripas sonaron y recordó que ayer no llego a comer nada en todo el día, así que bajo a la cocina a por algo de almorzar, le dolía la cabeza terriblemente pero debía mantener la compostura ante los clientes.
De camino a la cocina se encontró con Esmeralda, leía una carta, con los ojos vidriosos. Al ver a Sasha llegar se secó rápidamente las lágrimas, recuperando la compostura
—Hola cariño, ¿Qué tal te has levantado? —la saludó forzando una sonrisa—. ¿Mucha resaca?
—Un poco si… —Sasha la miró por largo rato a los ojos, mientras seguía forzando la sonrisa —¿Por cuánto más piensas fingir que estas bien? Dime que te ocurre Esme…
—¿A mí? A mí no me pasa nada mi amor
—Esme…
—Tienes razón… —Esmeralda respiró hondo y se sinceró con su amiga—. Veras cariño… Es mi hermana pequeña, la han atrapado, es una de las chicas nuevas que te han encargado cuidar… Mis contactos me lo han confirmado, lleva ocho meses con esa jodida mafia de trata de mujeres y la traen aquí la semana que viene… Realmente no sé qué hacer
—No te preocupes Esme… hare que la traten bien, ya encontraremos una solución…
—Dios te oiga, amor… Dios te oiga —a Sasha le sorprendió que dijera una expresión así, será verdad que el ateo se vuelve creyente en los momentos difíciles.
Tras comer algo todas las chicas se reunieron en la sala de clientes de la primera planta, donde había un sofá de cuero blanco,  paredes pintadas de rojo y decoradas con fotografías de gran tamaño de la mayoría de ellas.
El cliente (o los clientes en algunos casos) se sentaba en el sofá y ellas debían desfilar delante de él, presentarse de alguna manera sensual y esperar a que el cliente las eligiese, después de decir que le costaba mucho decidirse solo por una ya que todas eran igual de bellas, y una larga retahíla de piropos vacíos y palabras huecas. Todo ese pequeño teatro estaba supervisado constantemente por uno de los hombres de Giovanni, generalmente apoyado en el marco de la puerta.
Pasó el día y solo aparecieron tres clientes, ninguno la eligió a ella para su fortuna. Hasta que a las siete de la tarde de aquel agradable día, apareció aquel chico.
Un chico tímido, bastante alto, muy delgado, casi esquelético, de pelo oscuro, grasiento, manos sudorosas. Vestido con vaqueros y una camisa verde.
Volvieron a desfilar las chicas, hicieron su presentación mientras aquel tembloroso muchacho de unos veinticinco años las miraba de reojo y susurraba un leve “encantado de conoceros”
Llegó el turno de Sasha.
—Hola cariño, me llamo Sasha, y puedo ser solo tuya —dijo mientras se lamia los labios y le guiñaba un ojo con picardía. Un número más que ensayado y repetido más de mil veces, y todos creían ser especiales.
Finalmente, tras un rato de silencio después de que todas se hubieran presentado, el joven señalo a Sasha y musitó alguna palabra como “la quiero a ella” o algo parecido.
Estaba claro que era un tipo rarito… y a Sasha le daba mala espina. Pero como siempre hacia, se dirigió al cliente con andares sensuales sonriéndole, le agarro de la mano y le apremió para subir a la habitación, fingiendo estar ansiosa.
Una vez allí, ella se tumbó en la cama y le hizo un gesto para que se acercara. El chico se sentó al borde de la cama, sin moverse casi.
—Bueno chico misterioso… ¿Cómo te llamas? —preguntó Sasha empezando a ponerse un poco nerviosa de que no hablara.
—M-me llamo… D-David —dijo mirando al suelo tartamudeando levemente.
—¿Estas nervioso, David? —preguntó Sasha acariciándole el brazo blanquecino del muchacho—. ¿Es tu primera vez en un burdel?
—Sí, nunca antes había estado con una…
—¿Con una puta?— inquirió Sasha alzando una ceja de manera despectiva
—¡No, no! Bueno sí. Pero me refería a que nunca antes había estado con una… mujer.
—Oh… Que tierno… Un virgen…—Sasha lo decía con una sonrisa forzada, odiaba a los vírgenes, ni siquiera sabían ponerse un condón—. Tranquilo corazón que te voy a tratar muy bien…
Sasha lo tumbó y comenzó a desabrocharle los botones de la camisa mientras rozaba su entrepierna contra el muslo de aquel chico.
Ambos acabaron desnudándose, Sasha le puso el condón al chico antes de que arriesgarse a que se lo pusiera al revés, si es que sabía si quiera donde ponérselo.
Ella usó todas las técnicas que había aprendido con los años: Felaciones, movimientos sensuales de cadera, caricias, besos...
Ella le montó mientras él la agarraba con demasiada fuerza de las nalgas. Lo cabalgó como le habían enseñado, observando la cara de placer que ponía aquel individuo, fingiendo disfrutar. Era un desconocido y ahí estaba ella, obsequiándole su cuerpo.
Sasha trató de no pensar mucho en eso, tenía que concretarse en hacer su trabajo si quería acabar pronto.
Tras diez eternos y odiosos minutos para Sasha, David acabó.
Y no pasaron ni dos segundos antes de que Sasha saliese corriendo al baño para lavarse a conciencia. Al chico aun le quedaban veinte minutos que había pagado, pero la presión le pudo a Sasha, últimamente no dormía bien y eso no la ayudaba a concentrarse. Se metió en la ducha, agarro la esponja ya endurecida por el tiempo y comenzó a frotarse la piel hasta dejarla enrojecida y en lagunas zonas despellejada incluso. Ella se agacho, se sentó bajo la ducha mientras el agua caía y ella respiraba con dificultad.
Cuando se recompuso y salió de la ducha ya habían pasado los veinte minutos del cliente, iba a disculparse con el jefe pero el chico aún estaba ahí, de pie frente a la puerta del baño.
—No deberías estar aquí… —empezó a decir Sasha.
— ¿Hice algo mal? —David estaba muy serio, y eso asustaba a Sasha.
—No es eso… es solo que…
—Vente conmigo, escapémonos de aquí
—¿Qué? —dijo Sasha abriendo los ojos a más no poder.
—¡Sí, vente conmigo!
—¿Pero qué dices tío raro? Eres un puto lunático
—¡No soy ningún lunático! –gritó David mientras la agarraba con fuerza de los brazos
Sasha chilló asustada mientras intentaba zafarse de aquel loco. Al momento aparecieron dos de los hombres de Giovanni para llevarse a David a rastras, él intentaba librarse de aquellos gorilas mientras gritaba que le soltaran y miraba fijamente a Sasha.
Ella se derrumbó por completo. Aquella situación no pasó inadvertida para un hombre que pasaba por aquel pasillo, otro hombre de Giovanni. Era uno de los pocos amigos de Sasha en aquel lugar.
Entro en la habitación y vio a Sasha tirada en el suelo temblando, él se sentó junto a ella y la abrazó.
—Ya ha pasado todo…cálmate —le decía al oído con su voz grave y suave
—Jackie… —Sasha hundió la cara en el pecho del único hombre que alguna vez la trató con compasión y ternura—. No sabes cuánto me odio…Odio sentir este miedo… Odio ser tan débil.
—Sasha… tranquila. Estos momentos son los que nos hacen más fuertes. No te vengas abajo.
—El infierno de mi cabeza no es un paseo veraniego… No merece la pena tener esto martirizándome solo por ser fuerte. Sigo siendo la misma cobarde… nada va a cambiar nunca…
—No Sasha, todo ha cambiado, ya no eres la misma.
—No Jackie… Nada ha cambiado, sigo siendo la misma niña asustada que conociste cuando llegue aquí… y no sabes cuánto odio estar aquí… Ayúdame a escapar Jack.
—No puedo pequeña… ya lo sabes. Trabajo para Giovanni y sé cómo es con los insurrectos… Si te ayudo a escapar acabaré muerto en el fondo del río con los pies enterrados en cemento. Y si logras escapar te atraparan Sasha, lo sabes, y te mataran… o algo peor.
—¿Acaso hay algo peor que estar muerto?

Jack desvió la mirada al techo, suspiro y antes de levantarse para marcharse de la habitación le dijo:
—Sí que lo hay niña, sí que lo hay… Sufrir tanto como para desearlo.
Jack se marchó y Sasha se levantó del suelo para luego tumbarse en la cama, por hoy había sido bastante. Aquel chico le había metido el miedo en el cuerpo, comenzó a pensar en él.
¿Qué clase de hombre le dice a una puta que la ama la primera vez que se acuesta con ella?
¿Era tan malo como a ella le parecía? ¿Realmente estaba mal de la cabeza aquel chico?
Podía ser su billete de salida de aquel infierno…
¿Es mejor malo conocido que bueno por conocer?
Su cabeza daba vueltas, no sabía ya que pensar. Y además estaba el tema de la hermana de Esmeralda, ellas no se merecían aquella pesadilla… No paraba de pensar que de ser más valiente trataría de salvarlas a todas, pero ¿Cómo? ¿Qué podía hacer ella?
Los días siguientes fueron como tantos otros, ella mantenía la compostura pero siempre acababa lavándose con desesperación. Siempre lamentándose de lo sola que estaba, al menos el apoyo de Jack y Esmeralda la ayudaba a sobrepasar aquel infierno.

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